I

Lo liminal, es el estado del limbo, el movimiento de un sitio al otro, el tiempo que nuestra memoria no captura, es algo que sólo puede verse desde otros lugares, si lo prevemos, el tiempo transcurre igual, si no lo vemos, caemos a lo incierto, un episodio de nuestra vida que nuestro cuerpo no sabe olvidar ni recordar.

III

Por otro lado, durante este tiempo de ausencia, esta iteración de nuestro porvenir, nuestra capacidad de mantener un orden lógico nos mantiene arraigados en nosotros mismos, sabernos en lo predecible mantiene a raya lo arbitrario, que es el orden que construimos como el que nos rodea, las reglas de los espacios en los que sobramos nos permiten sentir nuestra desaparición, sin trascender, podemos llegar a sentir que dejamos de existir sin dejar de vivir, todo ello en confinamiento.

X

Encontrar que carecemos de propósito puede ser producto de la pregunta equivocada, quizá el hecho de cambiarnos a nosotros mismos dota de sentido a los espacios liminares, puede que nuestro destino no sea fundirnos en el, sino convertirlo en algo diferente.

XX

El olvido es la única herramienta que permite a cada uno ignorar lo inmutable, la negación es imposible y la aceptación inevitable, sean más cortos o más largos, los ciclos engullen el tiempo para olvidar el futuro y recordar todo lo que nunca fue.

XXIV

La consciencia de lo infinito es lo que hace a lo fragmentado algo bello en comparación, un pequeño estado finito de cosas eternas.

XXVIII

No solo somos el tiempo que fluye sino el espacio que nos ocupa, el simple escenario en que el vacío juega a qué es nosotros.

XXXI

Somos testigos del final y del inicio, pero nunca del propósito, cosas fuera de nosotros y que nuestro espacio no puede contener, pero aun así soñamos, porque nos gusta creer que lo infinito es suficiente para lo imposible.

XXXII

No me repito, se repite mi ausencia.