My Time at Sandrock - Análisis

My Time at Sandrock logra convencernos gracias a su propuesta múltiple

Más de cinco años después del lanzamiento de My Time at Portia, la buena gente de Pathea regresa con una secuela mucho más potente y una gran cantidad de novedades y mejoras que demuestran que han hecho los deberes. ¿Qué es lo que My Time at Sandrock hace mejor? Te lo contamos a continuación en nuestro análisis en profundidad de este interesante regreso.

De Portia a Sandrock

Tras las aventuras vividas en My Time at Portia, Pathea cambia de tercio y, sin salir de su mundo, nos invita a descubrir el salvaje oeste en un nuevo escenario. Sandrock es una pequeña comunidad construida junto a Oasis, en medio de un desierto rocoso. Un lugar en el que la supervivencia es cada vez más dura. En el papel de la nueva -o nuevo- 'albañil' de la comunidad tendremos que unir fuerzas con la otra nueva incorporación a la comunidad, la albañil Mi-An. La otrora brillante Sandrock lucha ahora por sobrevivir en medio de la sequía y el ataque de los temibles reptiles conocidos como los empresaurios. Por si esto fuera poco, un antiguo ciudadano se ha convertido en el peor bandido que podría acechar al asentamiento. ¿Cuáles son las motivaciones ocultas tras sus apariciones? Para adivinarlo tendremos que construir, recolectar y pelear, pero no os asustéis todavía porque Pathea ha conseguido que hacer todas estas cosas en My Time at Sandrock sea terriblemente divertido.

En nuestro papel de 'albañil' -y lo pongo entre comillas porque vamos a tener que actuar de albañil, minero, arquitecto, contratista de obra, guardas de seguridad, cazarrecompensas e ingenieros- nuestro deber es devolver la importancia a Sandrock y volver a convertir el asentamiento en un punto floreciente en las rutas de comercio. Sin embargo, detrás de esta propuesta que parece enfocada al farmeo y la construcción se oculta una oferta de juego en la que la historia, el combate, la exploración y las relaciones sociales forman parte del núcleo duro alrededor del que orbita la experiencia de juego.

El gestor es la primera sorpresa

Maestra constructora

My Time at Sandrock comienza en una destartalada estación de tren con un gestor de creación de personajes que nos indica que los cinco años que han pasado desde Portia no han pasado en vano. Todo luce mejor, la sencillez del primer episodio da paso a un aspecto visual más mimado y mejor tratado que el de su precuela. El gestor de personaje nos sorprende con una buena cantidad de posibilidades entre las que destaca el peinado con tres zonas seleccionables de forma individual a las que se puede añadir volumen y longitud, varias marcas de piel, color, cicatrices y, por supuesto, maquillaje, pintura y vello facial. Tras conseguir a nuestro constructor -constructora en mi caso- y darle el aspecto que queramos, llega el momento de conocer a la comunidad del asentamiento.

Sandrock se presenta como un pueblo del salvaje oeste de una amplitud considerable con un buen puñado de edificios, negocios y vecinos. Pronto conoceremos a nuestro nuevo jefe, que nos indicará dónde está nuestro taller, heredado del anterior albañil. En seguida empezarán los encargos, no demasiado exigentes por norma general teniendo en cuenta el género del juego y con el punto de dificultad suficiente para que no sea un paseo por la playa pero tampoco un estrés añadido a la vida diaria. Tras conseguir los primeros recursos, podremos aprovechar las máquinas del taller y construir nuestras primeras herramientas: un martillo para minar, un hacha para cortar -¡pero no árboles, que eso es delito!- y un poco más adelante un arma con la que defendernos de los enemigos y obtener recursos animales.

¡Ya estamos haciendo amigos!

El farmeo y recolección de recursos funciona bien, con una barra de energía generosa que nos permitirá usar las herramientas durante mucho tiempo para conseguir los materiales necesarios con los que construir todo tipo de objetos, herramientas, nuevas máquinas, mejoras y armas. Lo mismo puede decirse de las construcción, que se ve suavizada y funciona mejor. Las distintas máquinas nos permitirán crear objetos de forma inmediata en la mesa de trabajo, forjar y crear lingotes en la forja, obtener recursos en la recicladora, secar alimentos y mucho más gracias a la friolera de más de 25 máquinas que podemos construir para ayudarnos a avanzar en nuestra aventura.

Pero esto es mucho más que construir

My Time at Sandrock bebe de Portia a la hora de proponernos formar parte de la comunidad, y la verdad es que lo hace mucho mejor que su predecesor. Según vayamos conociendo a los interesantes vecinos del pueblo, podremos estrechar nuestra relación con ellos y convertirnos en colegas, amigos y, quién sabe, quizá algo más. ¿Suenan campanas de boda? Una vez más podemos hacer regalos para mejorar nuestra relación, pero también es posible hablar, jugar a las cartas, echar un combate de vez en cuando, tener citas y ayudar a nuestros vecinos en su día a día y a cumplir sus sueños para convertir nuestra relación en algo duradero y sólido de cara al futuro. Hablar con los vecinos, echarles el cable, disfrutar de su compañía e incluso invitarles a salir por ahí a echar el rato se convierte en una de las actividades más divertidas de la aventura.

¿Un concierto country? Por qué no

Los minijuegos forman parte importante de este llevarnos bien con los vecinos, y Sandrock ofrece una oferta lúdica nada despreciable con 14 minijuegos que añaden variedad a nuestra aventura. Desde juegos de cartas a las máquinas recreativas de la Oca de Oro pasando por los eventos estacionales como la caza de fantasmas del Día de los Recuerdos o las situaciones que surgen cuando la necesidad aprieta y que nos invitarán a cosas tan locas como celebrar un concurso de baile para patrocinar una colecta de alimentos para los vecinos. En la variedad está el gusto, y hay que reconocer que Pathea ha tenido buen gusto a la hora de querer que nos divirtamos en Sandrock por todos los medios posibles.

En defensa de tu pueblo

Sandrock trabaja mucho el tema de la acción, y ofrece momentos muy interesantes al respecto. Debo confesar que como veterano de Portia me decepcionó mucho que en la primera mina no hubiera enemigos, pero no os asustéis, esto era sólo el principio. En cuanto avanzamos un poco más en la aventura, Justice, el sheriff del pueblo, desbloqueará la primera mazmorra del juego. Las reglas aquí cambian, ofreciendo tres niveles de dificultad con varios rangos de recompensas. Mientras en las minas la energía y el tiempo siguen las reglas 'normales', en las mazmorras la cosa cambia. Una vez pagamos el precio en energía para entrar en el nivel que elijamos, no gastaremos energía al atacar y usar las herramientas. El tiempo también corre de forma diferente, pasando unas horas de forma automática según nos enfrentamos a cada nivel.

Justice poniendo el dedo en la llaga

Como es obvio, lo importante en las mazmorras es derrotar enemigos, y aquí entra en acción, nunca mejor dicho, el sistema de combate de My Time at Sandrock. Ojo, no estamos hablando de un beat'em up fluido y que parte la pana, pero aún así sorprende lo bien solucionado que está con un sistema de combos, golpes fuertes y rotura de guardia que nos permitirá sacar todo el partido a las más de 100 armas que incluye el juego. Armas pesadas como el martillo, de alcance medio como la lanza y rápidas como las dagas a dos manos se unen a un amplio catálogo de armas de fuego y cuerpo a cuerpo de todo tipo para crear un combate en el que no faltan las esquivas y los bloqueos. El sistema al final funciona e incluso sorprende con una acción que, sin ser lo mejor del juego, se disfruta bastante.

Ya en casa y mejorando

Más allá del combate, del farmeo, la construcción y el colegueo con los vecinos, My Time at Sandrock nos permite mejorar nuestro taller de muchas formas para potenciar y subir los atributos de nuestra protagonista. En las ruinas, minas y mazmorras encontraremos reliquias que subirán elementos como daño, defensa, salud, energía y suerte una vez colocados en casa. A esto se suma el mobiliario, ya sea comprado o construido, y los objetos especiales que consigamos al participar en eventos especiales y que mejorarán las puntuaciones de nuestra heroína. Esto nos obligará a aumentar el espacio del taller para meter tanto trasto en casa, y ya de paso incluir nuevas instalaciones como gallineros, corrales, establos, campos de cultivo y mucho más.

El Día de los Recuerdos

No falta tampoco el elemento RPG que no sólo subirá los atributos de personaje al subir de nivel, sino que también nos permitirá desbloquear distintas ventajas y bonificaciones en un completo árbol de habilidades dividido en varias secciones como combate, recolección, construcción y mucho más. Subir de nivel será crucial a la hora de avanzar en la historia, aunque se realiza de forma natural y, en las 60 horas que me ha llevado terminar el juego, no me he visto obligado a faremar EXP en ningún momento.

Mucho más de lo que esperaba

My Time at Sandrock no deja de ser lo que es, pero al final se convierte en un juego que toma lo mejor del género para proponernos un buen puñado de horas de entretenimiento puro y duro. No está exento de fallos, y en algunas ocasiones el rendimiento no va del todo bien y aparecen algunos problemillas de tearing y popping junto a alguna que otra traducción que requiere una revisión urgente.

Sin embargo, sabiendo que son fallos que se solucionarán rápidamente con sus correspondientes parches, la parte positiva supera con mucho la negativa con un juego que es muy superior a su anterior entrega. La sub-historia postapocalítica que hay tras este buen rollo añade profundidad e invita a explorar a fondo el escenario en busca de ruinas y cuevas para descubrir qué pasó en el pasado. Mientras, la historia principal cuenta con alicientes de sobra para querer seguir avanzando y descubrir qué es lo que está pasando realmente en el pueblo. Su aspecto visual, las animaciones, las músicas y el doblaje dual en inglés americano y chino -con subtítulos en español- terminan por poner la guinda a un pastel que no es de alta cocina pero entra mejor que esas tartas de cumpleaños de los parques infantiles.

El sentido del humor de algunos elementos como las parodias de obras actuales contrasta con lo oscuro de sus historias del pasado y el buen rollo -casi siempre- del momento concreto de la historia para crear algo que entra bien aunque no sea un triple A de moda y que sirve de descanso entre tanto juegazo tocho. Conseguir y cuidar mascotas, construir un establo para tu montura, la personalidad propia de cada PNJ y una narración en segundo plano que va más allá de lo que nos cuenta de forma directa termina por dar forma a un juego que se disfruta de principio a fin aunque no sea el último zumo de baya arenosa del desierto de Sandrock.

Al final, My Time at Sandrock me ha sorprendido gratamente siendo mucho más de lo que esperaba tras haber jugado en su momento a My Time at Portia. Como título de farmeo es notable, con una cantdad ingente de recursos y objetos por fabricar, armas y mucho más. Como juego social al que puedes jugar solo o en compañía, funciona aún mejor con la nada despreciable cifra de 21 personajes romanceables, 143 misiones sociales y 107 misiones secundarias. Pero donde más me ha sorprendido ha sido en su faceta de historia y acción con unas mecánicas que funcionan y una gran cantidad de sitios por explorar, enemigos, mazmorras y eventos que, junto a la historia en sí y la variedad de la misma, logra que el resultado supere con creces las expectativas.

My Time at Sandrock

My Time at Sandrock está disponible en Xbox, PS4, PS5 y Nintendo Switch
36,99 €
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Analizamos My Time at Sandrock: Aventuras y farmeo en el salvaje oeste

8
Muy bueno
My Time at Sandrock ofrece una divertida propuesta múltiple de construcción, acción, aventura y relaciones sociales que, lejos del triple A, consigue enganchar por su variedad y cuidado
My Time at Sandrock